quarta-feira, 12 de agosto de 2009

Entrevista de Yadira Rocha para Carta del Ceeal


Yadira Rocha, Nicarágua
La CARTA DEL CEEAL Nº 330
11 de agosto del 2009

La Carta: ¿Cómo y por qué se vinculó usted con la Educación Popular?

YR: Fue a partir de la preparación de la Cruzada Nacional de Alfabetización, en 1979 meses después del triunfo de la Revolución Popular Sandinista, fui una de las 40 educadoras y educadores que seleccionó la Asociación Nacional de Educadores de Nicaragua (ANDEN) para conformar el grupo matriz organizador de la Cruzada compuesto de 80 personas de todo el país, que se complementó con 40 jóvenes seleccionados de las Universidades pertenecientes a la Juventud Sandinista. (...) Yo era una maestra de primaria (...)

La Carta: ¿Puede compartir brevemente una experiencia o testimonio de empoderamiento o transformación que haya vivido o conocido?

YR: En el trabajo cotidiano de tantos años de trabajar con el enfoque o concepción de la Educación Popular he visto muchas personas y comunidades transformándose, sobre todo en sectores rurales donde históricamente han estado marginados de la atención del Estado y de las políticas públicas. (...) Un ejemplo de ello es la comunidad de Aza Central, en el Municipio Minero de Siuna, en la Región Autónoma del Caribe Norte de Nicaragua, donde incide el IPADE; en familias y comunidades rurales del Municipio del Rama en el Caribe Sur, que han mejorado sus condiciones de vida; cambios en educadores/as comunitarias, maestros y maestras de educación primaria. Para llegar a la comunidad de Aza hay que entrar a caballo o recorrer a pie varias horas de caminata atravesando el campo, a partir de Siuna, municipio rural del Caribe. En la comunidad de Aza nunca se había disfrutado del derecho a la educación, IPADE inició trabajando en el fortalecimiento del liderazgo comunitario, con capacitaciones, intercambios de experiencias, realizando diagnósticos participativos, entre otros. A partir de los diagnósticos se comenzaron a priorizar problemáticas comunitarias que se podrían trabajar y una de las más sentidas era que ni ellos y ellas ni sus hijos habían tenido oportunidades para acceder a una educación escolarizada. Se organizaron, gestionaron ante el Estado y primeramente no encontraron respuesta, con sus propios medios construyeron un ranchito para recibir clases tanto los niños y niñas, como los adolescentes y adultos, seleccionaron a una educadora que tenía algunos conocimientos de lectura y escritura y comenzaron a trabajar con el apoyo de capacitación y materiales educativos que gestionó el IPADE con STCH.

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